La cueva del Càrritx es una cueva natural situada en el barranco de Algendar. La cueva y su contenido se han conservado en buen estado hasta nuestros días gracias a que, poco tiempo después de su abandono, la entrada quedó tapada por una gran roca que se desprendió de la parte alta del peñasco.
No fue descubierta hasta 1995 y se encontró una sala de unos 32 m² llena de huesos humanos y otros materiales arqueológicos. La cueva tiene unos 230 metros de recorrido longitudinal y se distribuye en 7 salas comunicadas entre sí a través de corredores y galerías.
Horario: No es visitable debido a los valores geológicos y arqueológicos que contiene
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Visitable: No
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Visitas guiadas: Solo pueden concertar visitas científicos y expertos.
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Período de las navetas de habitación
La primera sala es un espacio cuadrangular de unos 32 m2 que aún conserva el muro de paramento ciclópeo que se construyó en origen, con el que se protegía el interior de la cueva. Este funcionó como cementerio entre 1450 / 1400-800 aC.
En la tercera sala se localizó una pequeña hoguera y dos concentraciones de materiales arqueológicos, una con predominio de huesos de animales y fragmentos de estalactitas y otra con vasos cerámicos (1600-1450 / 1400 aC).
Separada de la sala 3 por una cortina de estalactitas y estalagmitas encontramos la sala 4. Presentaba algunos huesos dispersos de Myotragus balearicus, una punta de lanza de bronce en una especie de orificio de 1 metro y medio de profundidad y abundantes surcos verticales producidos por dedos humanos en una de las coladas de arcilla.
Por un ramal del fondo de la sala 4, estrecho e inclinado, por el que hay que reptar, se accede a la sala 5, un pequeño espacio destinado a ocultar el depósito de objetos de madera, cerámicas, bronce y contenedores de pelo (1100-800 aC).
En la sexta sala se localizó un vaso roto en el suelo y una pequeña hoguera con cenizas que contenían huesos humanos de dedos y pies. Muy cerca, junto a la pared, se encontró una agrupación de huesos que representaban una mano que señalaba la hoguera. En el interior de unas grietas de la pared había huesos humanos de manos y pies con fragmentos de estalactitas de forma parecida a la de los huesos (1600-1450 / 1400 aC).
La última sala, el último punto al que llegaron las personas que usaron estos espacios durante la prehistoria, sobre una repisa de la roca natural, se localizó una olla de cerámica con dos pezones orientados hacia la salida de la cueva.
Se trata de unos hallazgos excepcionales que han dado una valiosa información sobre los hábitos y costumbres de la población prehistórica de la isla, especialmente los relacionados con la muerte y los rituales funerarios.
Las excavaciones y posterior investigación fueron realizadas por el ASOME, Grupo de Arqueoecologia Social Mediterráneo vinculado a la Universidad Autónoma de Barcelona, permitieron reconstruir el ritual de peinado, teñido y cortado del pelo y descubrir el uso funerario de algunos objetos.