Este mes entrevistamos al arqueólogo Octavio Torres Gomariz, que acaba de publicar el libro
Cercles, l'hàbitat protohistòric de l'illa de Menorca junto a Amalia Pérez-Juez. El libro está
disponible online en el repositorio de la Universidad de Alicante como parte de la Colección Petracos del Instituto de Arqueología y Patrimonio Histórico de la misma universidad.
¿Cómo comenzó tu relación con Menorca?
De la mano de Joan Carles de Nicolás i Mascaró. Fue él quien contactó con mi director de tesis en la Universidad de Alicante para iniciar un proyecto de investigación en Menorca en el que estuve trabajando. Hace ya diez años que Joan nos enseñó yacimientos emblemáticos de la isla como Sant Vicenç d’Alcaidús o Biniparratx Petit, a los que dedicó mucho trabajo y esfuerzo, y que después fueron una parte fundamental de mi tesis doctoral. Le estoy muy agradecido porque desde que nos conocimos siempre ha sido muy amable y generoso conmigo, enseñándome con cariño el pasado de la isla y compartiendo conversaciones sobre los círculos menorquines que me acompañan e inspiran hasta hoy mismo como arqueólogo.
¿Qué te motivó a estudiar la prehistoria de Menorca y en particular los "cercles" como estructura de hábitat?
Hay muchas formas de estudiar a las sociedades del pasado a través de su materialidad arqueológica, pero para mí la más interesante son las casas. Siempre me ha atraído esa idea de que nuestros hogares dicen mucho de nosotras, las decoraciones de nuestras habitaciones adolescentes, la disposición de nuestros comedores y cocinas, los lavabos con ducha o bañera, o la propia fachada de los pisos donde vivimos… Cada parte de la casa conforma una historia de decisiones políticas, artísticas, sociales o culturales, y eso se puede aplicar también al estudio del pasado.
Entiendo las casas como lugares comunes que conectan pasado y presente. Sus arquitecturas y los objetos que encontramos en su interior durante las excavaciones nos cuentan prácticamente todo sobre la gente que las habitó: cómo se relacionaban, en qué trabajaban, qué comían, cuáles eran sus miedos y preocupaciones, cómo afrontaban el día a día. Aunque en las grandes explicaciones históricas a veces ocupan poco lugar, considero que
las casas son el escenario principal de lo que llamamos rutina o cotidianidad, y ese es el motor principal de la historia.
Con todo esto en mente, cuando surgió la oportunidad de empezar el proyecto en Menorca que antes comentaba, quise que mi objeto de estudio fuesen estos círculos, porque en ellos está la base para comprender la sociedad protohistórica de la isla.
¿Cuál fue el principal objetivo de tu investigación al desarrollar este libro?
La idea, compartida con mi colega Amalia Pérez-Juez, fue la de crear un lugar de reflexión y diálogo colectivo, una mesa redonda, sobre el fenómeno único de los círculos de hábitat en Menorca. En arqueología, aunque se publican muchos artículos y libros, muy pocas veces nos sentamos a debatir sobre un tema determinado, a contrastar nuestras ideas. Esto debería ser más común, porque así podríamos ver cuáles son las fortalezas de nuestra investigación y también sus debilidades.
Teníamos la voluntad de reunir a todas las personas que habían trabajado sobre ello, aquellas que habían excavado alguno de estos círculos, estudiado sus materiales o analizado algún aspecto de ellos para una interpretación social o histórica.
Gracias al apoyo del Consell Insular de Menorca celebramos esta reunión de la cual surge el libro, una obra coral que reúne diversas investigaciones y que está pensado para todos los públicos.
En el libro mencionas los "cercles" como un rasgo distintivo del hábitat prehistórico menorquín. ¿Podrías explicar qué son exactamente y cuál es su importancia arqueológica?
Los círculos son ni más ni menos que las casas de los grupos humanos que habitaron la isla de Menorca hace unos 2500 años, en lo que conocemos como Talayótico Final, la etapa protohistórica del archipiélago balear. Son unas casas que deben su nombre a su forma aparente, aunque sabemos que muchas de ellas tienen fachadas rectas, trazando por tanto formas más en herradura e irregulares. Son verdaderamente monumentales, tanto por su arquitectura compuesta por el exterior de grandes lajas de piedra; como por sus dimensiones totales, que oscilan entre 80 y 120 m².
Uno de sus rasgos más característicos es la compartimentación de su interior siguiendo de forma general un modelo que se repite en todos ellos: un patio central y habitaciones alrededor en forma radial. Su importancia arqueológica radica en que son el lugar principal en el que transcurriría el día a día de estas poblaciones, el lugar donde comían y dormían, donde daban sus primeros pasos, e incluso donde aprendieron a tirar con honda por primera vez.
¿Y qué distingue a los "cercles" de otras formas de hábitat prehistórico en el Mediterráneo?
Principalmente lo que les da nombre, su forma circular. En estos momentos en el Mediterráneo las casas tienen formas cuadrangulares o tendentes al rectángulo, como es el caso de la vecina isla de Mallorca, la costa ibérica peninsular o las poblaciones galas del Golfo de León, por ejemplo. Esto ha sido interpretado como una evidencia de resistencia ante una tendencia global mediterránea, como diría mi compañero Alex Smith, mostrando así la fuerte identidad de la sociedad talayótica menorquina.
Sin embargo, creo que la incorporación de nuevas técnicas de construcción como los muros de pilares o la disposición espacial de las habitaciones en torno a un patio central podrían reflejar un contacto con el exterior más fluido y bidireccional. Estas decisiones de adaptación y adopción de formas procedentes de la órbita púnica, cuyo contacto sabemos que es más estrecho en estos momentos, habla de cómo las comunidades menorquinas pudieron expresar en sus casas nuevas relaciones de vida jerarquizadas donde las desigualdades ya eran evidentes. De una forma u otra, estos debates manifiestan en conjunto cómo
los círculos son lugares de estudio excepcionales para comprender las relaciones sociales de estos grupos, tanto entre sí mismos como con el exterior.
¿Cómo integran estas construcciones la relación entre el ser humano y su entorno en aquella época?
La construcción de una casa vista desde el análisis histórico y arqueológico ya expresa de forma explícita el vínculo entre sus habitantes y el entorno. Desde la elección de los materiales hasta la orientación de las puertas, todo tiene una interpretación y significado que nos ayuda a comprender mejor a estas poblaciones. Por ejemplo, gracias a los estudios llevados a cabo por Boston University desde hace años en Torre d’en Galmés, hemos podido saber que las casas no solo se construyen con la piedra del entorno cercano, sino que la arcilla sería también fundamental para los muros, sobre todo para su relleno, alzado y enlucido.
La existencia de cisternas, cubetas y otros depósitos en el mismo yacimiento o en otros como Trepucó o Biniparratx Petit también están reflejando la importancia de otro recurso fundamental del entorno como es el agua y su gestión comunal, por ejemplo.
¿Qué fuentes y métodos arqueológicos utilizaste para documentar y analizar los "cercles"?
Me gusta definir mi metodología de estudio como una
“arqueología de la vida cotidiana”, que parte del análisis detallado de la arquitectura y los restos materiales de las casas para entender las dinámicas sociales y económicas que reflejan. El registro arqueológico, compuesto por fragmentos de cerámica u otros materiales, o restos orgánicos, unido a estudios interdisciplinares (micromorfología, fauna, carpología, etc.), son la base material para la interpretación y reconstrucción de las actividades cotidianas de las personas que habitaban estas casas, como las tareas de cocinado y procesado de alimentos, manufacturas textiles y otras tecnologías cotidianas, o los cuidados y mantenimientos comunitarios.
Esta perspectiva conecta las viviendas arqueológicas con las personas del pasado, ayudando a entender cómo se organizaban las estructuras políticas y religiosas, las relaciones de género, edad o clase, o la interacción con su entorno más allá de las costas de la isla.
¿Qué papel han jugado las nuevas tecnologías en el estudio de los "cercles"?
Creo que sobre todo han facilitado y mejorado nuestras técnicas de documentación y registro. Las técnicas de modelización digital y los mapeos a escala micro ayudan a visualizar y comprender mejor la interrelación de los datos que vamos obteniendo con las excavaciones arqueológicas y nuestras propias interpretaciones. Además, tienen un potencial social y divulgativo de gran importancia.
En el trabajo realizado en el libro por el equipo de REM Experience se puede comprobar cómo estas nuevas tecnologías son una herramienta educativa excepcional. Debemos defender e incorporar desde el colectivo arqueológico estas técnicas para propiciar un mayor contacto con la sociedad a la que pretendemos llegar con nuestra investigación.
¿Cómo se relaciona vuestro estudio con el reconocimiento de Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial?
Cuando organizamos la mesa redonda que dio lugar a este libro aún estábamos en proceso de reconocimiento como Patrimonio Mundial, y tanto Amalia como yo creímos que podría ser muy enriquecedor fomentar la reunión del colectivo arqueológico menorquín para la discusión y el debate sobre los círculos.
En el expediente presentado a la UNESCO estas estructuras conforman uno de los ejes de la excepcionalidad y autenticidad en los que se cimienta la Menorca Talayótica, y la larga tradición histórica de investigación merecía como poco un espacio de reunión monográfico, que aunase a todos los agentes sociales y políticos implicados también.
Una vez publicado, creo que podemos decir que hemos contribuido a dicho reconocimiento desde el trabajo de coordinación y reflexión conjunta para trazar puntos de encuentro científicos que han cristalizado en este libro que es una herramienta más de conocimiento al alcance de toda la sociedad, publicado en abierto y con el apoyo de la administración pública.
¿Qué le dirías a quienes visitan Menorca sobre la importancia de conocer y proteger este patrimonio arqueológico?
Pues les diría que se acerquen al pasado de la isla como quien se asoma con interés a una ventana abierta al Mediterráneo antiguo. La arqueología menorquina cuenta una historia única, construida en piedra trabajada, que nos puede ayudar a entender nuestro presente a través de su identidad y carácter, de sus fenómenos de adaptación y resistencia en un mar que conecta pero que también aísla.
Les diría también que es necesario conocer bien este patrimonio para cuidarlo y conservarlo, como un acto de responsabilidad colectiva hacia quienes nos precedieron y hacia quienes están por venir. Para ello necesitamos no solo a quienes visitan, sino también a los que lo habitan, porque solo aunando esfuerzos desde el diálogo conjunto se podrá seguir construyendo el pasado desde el presente.
Y para acabar, tres preguntas rápidas:
- Un sitio arqueológico menorquín que te inspire: la Casa de l’Aeroport de Biniparratx Petit.
- Un hallazgo que haya marcado tu carrera: Amalia Pérez-Juez Gil en las VII Jornadas de Arqueología de las Islas Baleares en Maó de 2016.
- Un libro o autor imprescindible para entender la protohistoria: María Luisa Serra Belabre.