Josep Bernales Sastre es un profesional con una amplia trayectoria en el campo de la gestión cultural y la dinamización sociocultural. Nacido en Venezuela en 1960, es Educador Social y Licenciado en Pedagogía por la Universitat de les Illes Balears, además de contar con el título de Gestor Cultural por la UNED. Como Educador Social colegiado, ha especializado su carrera en la participación y dinamización sociocultural, así como en proyectos de desarrollo comunitario y gestión de equipamientos culturales.
Su experiencia laboral incluye trabajos en el sector privado, así como en diversas administraciones públicas, como el Ayuntamiento de Calvià, el Ayuntamiento de Palma y el Consell de Mallorca.
Desde 2016, ocupa el cargo de Jefe de Servicio Técnico en el Consorcio de la Serra de Tramuntana Patrimonio Mundial, donde ha estado involucrado en la gestión y protección de este singular paisaje cultural, reconocido por la UNESCO. Su labor, centrada en la preservación y dinamización del territorio, lo posiciona como una figura clave en la gestión del Patrimonio Mundial de la Serra de Tramuntana.
La Serra de Tramuntana fue declarada Patrimonio Mundial en 2011. Con más de una década de experiencia, ¿cómo ha evolucionado la percepción y la gestión de este reconocimiento?
Esta distinción nos prestigia y nos obliga a velar por nuestro valor universal excepcional, reconocido por la UNESCO, por ser un ejemplo significativo del paisaje agrícola mediterráneo, transformado a lo largo de los siglos para explotar los escasos recursos disponibles. Al mismo tiempo, supone un compromiso para mantener este paisaje como un legado para las generaciones futuras.
Aunque algunas personas en Mallorca creían que la declaración de Patrimonio Mundial solo serviría para atraer más turistas y que el galardón era un elemento de promoción turística, la realidad es que la ciudadanía se ha apropiado de esta distinción y la defiende. Cada año se presentan quejas y denuncias en el buzón de la UNESCO sobre actuaciones en la Serra. La ciudadanía vigila el mantenimiento de este patrimonio por una razón fundamental: todos los mallorquines aman la Serra de Tramuntana. La conciencia sobre la fragilidad de este paisaje cultural genera una actitud vigilante ante posibles abusos y excesos.
Lo que hace que la Serra de Tramuntana sea actualmente un paraje excepcional son sus vecinos, los campesinos, los pequeños propietarios… Todos aquellos que gestionan el paisaje y lo hacen productivo y bello, manteniendo la tierra de nuestros antepasados. Han transformado un territorio difícil e inhóspito en un lugar habitable y productivo, respetando su entorno natural.
Uno de los retos de ser Patrimonio Mundial es la gestión del turismo. En el caso de la Serra de Tramuntana, ¿cómo han abordado el problema de la masificación? ¿Qué estrategias han implementado para equilibrar conservación y accesibilidad?
La Serra de Tramuntana ocupa un 30% de la isla de Mallorca, por lo que sus problemas son los problemas de toda la isla. La gestión del turismo, la movilidad, la logística y la sobrecarga de ciertos lugares afectan a todo el territorio. Sin embargo, la Serra de Tramuntana es aún más frágil por sus características particulares.
El exceso de turistas es una realidad, y todas las previsiones indican que continuará aumentando. No podemos ser optimistas a corto plazo, ya que la regulación del turismo es un reto complejo que implica la economía de la isla. Desafortunadamente, la política actual no ha sido lo suficientemente valiente para tomar las decisiones necesarias.
En el caso de la Serra, si no hay una agricultura viable, no habrá paisaje cultural. Esta viabilidad pasa por apoyar a los pequeños productores agrícolas y revalorizar sus productos. Las aceitunas de la Serra no deben competir con marcas comerciales, ya que son únicas y tienen un valor diferencial.
Visitar la Serra de Tramuntana debe ser una experiencia emotiva, que incluya el descubrimiento de los caminos, la gastronomía, la cultura tradicional y contemporánea. Para lograrlo, es necesario atraer a un determinado tipo de visitante y promover un modelo turístico que no crezca de manera descontrolada.
¿Qué recomendaciones daría a Menorca Talayótica para gestionar el posible aumento de visitantes sin comprometer la conservación de los bienes?
En cuanto a Menorca Talayótica, Mallorca no puede dar grandes lecciones, ya que Menorca ha sido un referente en protección patrimonial y medioambiental. Sus iniciativas de custodia del territorio son un modelo para todo el Estado español y han contribuido a un turismo más sostenible y equilibrado.
El Consorcio Serra de Tramuntana tiene un papel clave en la protección y promoción del territorio. ¿Cómo funciona su estructura y colaboración con el Consell de Mallorca?
El Consorcio de la Serra de Tramuntana es un ente autónomo dependiente del Consell de Mallorca, con una estructura independiente. La clave de una buena gestión de un territorio habitado, sensible y frágil es contar con una organización permeable a la sociedad, que es quien realmente cuida y mantiene el patrimonio vivo. Son fundamentales los órganos de participación reglados y protocolizados, donde la sociedad civil, los sectores económicos, culturales y medioambientales puedan influir en las políticas desarrolladas.
El Consorcio tiene una Mesa Permanente formada por 20 entidades y asociaciones representativas de la Serra. Este órgano, que funciona desde hace más de nueve años, se reúne bimensualmente para compartir acciones, proyectos y decisiones estratégicas.
¿Qué estrategias consideran esenciales para la conservación del paisaje cultural?
Para garantizar la protección del paisaje cultural, es necesaria una ley valiente que proteja el territorio, sus habitantes y su agricultura. Nuestro paisaje cultural ha sido modelado a lo largo de los siglos por nuestros antepasados; nosotros solo debemos mantenerlo y evitar deteriorarlo.
En el Taller de Alianza de Paisajes en Menorca participaron gestores de distintos sitios UNESCO. ¿Qué aprendizajes se llevó de este encuentro?
Han sido unas jornadas muy provechosas. Los paisajes culturales declarados Patrimonio Mundial compartimos necesidades, problemáticas y proyectos que nos ayudan a mejorar avanzando juntos.
En estas jornadas en Menorca hemos compartido experiencias relacionadas con la comunicación y divulgación de nuestros bienes culturales: itinerarios patrimoniales en la Alhambra de Granada, programas de educación en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, el ya mencionado programa de la Serra de Tramuntana y recursos interpretativos de Menorca Talayótica, entre otros.
¿Qué experiencias de la gestión de la Serra de Tramuntana podrían ser útiles para Menorca Talayótica en esta nueva etapa como Patrimonio Mundial?
Menorca lleva muchos años trabajando en la candidatura de Menorca Talayótica. El reconocimiento oficial por parte de la UNESCO hace dos años es una etapa más, pero los menorquines y sus instituciones llevan tiempo asumiendo el valor de estos bienes patrimoniales.
En su presentación en el Taller de Alianza de Paisajes en Menorca, se centró en el programa de Aprendizaje-Servicio. ¿Cómo surgió esta iniciativa y qué objetivos persigue?
El Aprendizaje-Servicio es una propuesta educativa en la que los alumnos aprenden al mismo tiempo que realizan un servicio a la comunidad, involucrándose en las necesidades reales del entorno con el fin de mejorarlo.
En 2019, la Red Española de Aprendizaje-Servicio otorgó un premio de ámbito nacional a 36 centros educativos con proyectos de aprendizaje-servicio. Actualmente, más de 300 profesores y 6.500 alumnos participan en 45 proyectos de servicio.
Mirando hacia el futuro, ¿cuáles son los mayores desafíos para la gestión de la Serra de Tramuntana y Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial?
El gran reto de los próximos años para los patrimonios mundiales será la gestión de los visitantes y sus problemas asociados. Sin embargo, ninguno de estos desafíos podrá afrontarse sin el apoyo y la colaboración de la comunidad. La implicación de la sociedad civil es clave para su preservación.