De conformidad con el párrafo 77 de las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial (ver 2017), Menorca Talayótica cumple los criterios (iii) y (iv).
Criterio (iii) Aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida.
La justificación del cumplimiento del criterio (iii) se sustenta en las siguientes características y dimensiones consustanciales al bien seriado:
a) Menorca Talayótica aporta el testimonio excepcional de una cultura insular mediterránea caracterizada por sus espectaculares construcciones ciclópeas que ilustra la odisea humana de las pequeñas islas en la prehistoria.
b) El bien atestigua un singular proceso cultural divergente en el que la marcada insularidad permitió a los pobladores prehistóricos modelar y adaptar durante siglos el alcance de las influencias culturales foráneas, desarrollando un sistema de expresiones únicas y diferenciadas de su contexto insular y mediterráneo. Esta idiosincrasia propició la persistencia de los rasgos culturales propios a través del tiempo y en todos los períodos de su prehistoria, a diferencia de otros territorios mediterráneos. Las evidencias arqueológicas nos informan acerca de una sociedad que siempre estuvo profundamente enraizada en su insularidad y en la contumaz defensa de sus expresiones endógenas y creencias, a pesar de sus relativos contactos con el exterior, como así lo atestigua el hecho de que no utilizaran la moneda más que como adorno, que no adoptaran la escritura y que jamás utilizaran el torno hasta el ocaso de su cultura con el advenimiento de la época romana.
c) Una parte sustancial de los atributos identificados en los distintos componentes del bien seriado son un claro testimonio de la creatividad y la inteligencia de aquellas sociedades prehistóricas para generar construcciones genuinas y originales en el contexto del Mediterráneo. Constituyen en conjunto una muestra excepcional de la capacidad de las culturas insulares a la hora de crear expresiones únicas y privativas de sus islas.
d) El bien seriado aporta una muestra significativa de la elevada diversidad y densidad de sitios arqueológicos prehistóricos que han sobrevivido en la isla de Menorca, muchos de los cuales están muy bien conservados. Se trata de una de las mayores densidades registradas en el mundo en un amplio territorio habitado, con 1.586 yacimientos prehistóricos catalogados en solo 702 km2, y que en el caso del bien propuesto alcanza densidades inusitadamente más altas. Estas manifestaciones constituyen una reserva excepcional de información sobre la naturaleza física y el modo de vida de las comunidades humanas que habitaron esta isla, y un lugar de excelencia para reconocer la huella que dejaron las civilizaciones prehistóricas. De esta forma, el bien constituye uno de los ámbitos arqueológicos de la prehistoria más extensos, ricos e importantes del Mediterráneo y de las islas en el mundo.
"Un pasado que ha seguido estando vivo en todos los presentes que han conformado la historia de la isla"
e) El legado de la Menorca Talayótica brinda el testimonio excepcional de un proceso de ocupación y adaptación humana a un territorio limitado durante la prehistoria, en condiciones extremas y con escasos recursos, mostrando un amplio abanico de soluciones para superar los desafíos de la insularidad. En este contexto, cada uno de los componentes del bien seriado muestra un espacio que ilustra nítidamente los singulares modos de adaptación y organización territorial que caracterizaban a esta cultura, incluyendo los patrones que definen el territorio de los vivos y los muertos. Configuran en cada caso ámbitos físicamente interconectados en donde se distinguen claramente las relaciones de intervisibilidad entre asentamientos y monumentos representativos. Todo ello convierte al bien en un caso excepcional de territorios arqueológicos que permiten leer y descubrir el universo de relaciones visuales, simbólicas y ecoterritoriales en el que se sustentaba la vida de las comunidades prehistóricas.
f) El bien nos informa acerca de una cultura que mantenía una vigorosa relación con el firmamento, como así se refleja en el diseño de algunos monumentos claramente interconectados con el cielo. Determinados monumentos ciclópeos y sus antecesores megalíticos, incluyendo los dólmenes o sepulcros megalíticos, las navetas funerarias y los recintos de taula, muestran patrones de orientación regular y estable en el tiempo que les singulariza con respecto a otras culturas contemporáneas de características ciclópeas similares, siendo atributos excepcionales susceptibles de considerarse como expresiones únicas de la astronomía cultural.
g) El reconocimiento y la persistencia de las obras de esta cultura a través de los siglos constituye un rasgo definitorio del bien en su conjunto. Una gran parte de los monumentos más representativos han convivido armoniosamente con todos los momentos históricos de Menorca y sus pobladores, mostrando un pasado que ha seguido estando vivo en todos los presentes que han conformado la historia de la isla. La huella cultural y espiritual de los antiguos pobladores ha pervivido en este territorio, no solo a través de las manifestaciones tangibles de sus restos, sino también impregnando la toponimia, los mitos y leyendas, la cultura de la piedra, la percepción del paisaje y la propia identidad insular a través de la historia.
Criterio (iv) Ser un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana.
La justificación del cumplimiento del criterio (iv) se sustenta en las siguientes dimensiones que caracterizan a las construcciones y paisajes asociados representados en el bien seriado:
a) Los componentes del bien albergan un excepcional repertorio de obras que ilustran claramente las diferentes etapas de la prehistoria de la isla partir de la irrupción de la arquitectura ciclópea, y que muestra toda la diversidad de tipologías constructivas, incluyendo estructuras sociales, religiosas, funerarias, habitacionales o simbólicas. El conjunto de monumentos y sitios constituye una de las manifestaciones más completas de este tipo de construcciones en términos de diversidad y funcionalidad en el panorama prehistórico de los territorios insulares en el Mediterráneo y en el mundo.
b) Las construcciones ciclópeas y, en particular, los grandes monumentos como los talayots, constituyen el testimonio de un trabajo colosal por parte de aquellos grupos humanos, teniendo en cuenta el número de efectivos poblacionales y los limitados recursos técnicos disponibles. El bien seriado acoge la muestra más representativa del elevado número de talayots dispersos por la isla que evidencian el enorme volumen de piedra requerido para su realización. El gran esfuerzo colectivo que suponía erigir estas singulares obras y el uso social de las mismas, dan fe del carácter estructurante y cohesionador que tenían para las antiguas comunidades insulares, y evidencian la firme intencionalidad de monumentalizar el territorio de la isla.
c) El bien testimonia la continua capacidad creativa de aquella cultura para concebir obras excepcionales que, en términos comparativos, son únicas y exclusivas de esta isla. Entre estas expresiones sobresalen con luz propia las navetas de enterramiento, los recintos de taula y las monumentales casas circulares. Son obras que denotan una alta complejidad constructiva que, como en el caso de los recintos de taula, evidencian la disponibilidad de particulares conocimientos físicos, geológicos y astronómicos, así como una estrecha relación con el celaje. A ello se suman las singulares características morfológicas de las torres o talayots, bien diferentes de sus homólogos mallorquines y no comparables con otras manifestaciones turriformes en el Mediterráneo, que además tejen una compleja red de intervisibilidad. Notables son también las necrópolis en acantilados y barrancos que evidencian patrones de localización muy singulares, como también se manifiestan en las navetas de enterramiento.
d) La utilización de los materiales y recursos durante la prehistoria de Menorca evidencia un carácter propio, a menudo a resguardo de las influencias externas, un rasgo también extensible a muchas de las manifestaciones de la cultura material. Destaca la presencia de obras genuinas como los sistemas de captación de agua y las cisternas presentes en los poblados talayóticos, que ilustran una de las expresiones más singulares relacionadas con la cultura del agua en la prehistoria de las islas. El bien seriado alberga también una joya de la arqueología, un caso excepcional de mina prehistórica de cobre que representa uno de los escasos yacimientos mineros excavados del sur de Europa que no fueron explotados posteriormente desde esa época.
“Islas cuya situación no se halle en las rutas principales, son para los arqueólogos de la mayor importancia. En un continente, o bien sobre islas extensas, hubo siempre oleadas de gentes, se construyen poblados que decaen luego; surgen civilizaciones que más tarde se derrumban y los antiguos restos a menudo quedan destruidos. Es en islas afortunadas como Menorca, algo apartadas, donde pueden hallarse los mejores tesoros del pasado.”
Margaret A. Murray -1949
e) Cada uno de los componentes del bien constituyen ejemplos de conjuntos arqueológicos excepcionalmente bien integrados en el paisaje rural vivo del presente. De esta forma, los vestigios de la prehistoria articulan un excepcional paisaje monumental y arqueológico, en los que resultan visibles, legibles e interpretables. En estos paisajes se superponen las sucesivas culturas históricas de la piedra, que han generado espacios agrícolas con multitud de parcelas confinadas entre miles de kilómetros lineales de pared de piedra seca y singulares construcciones asociadas realizadas con la misma técnica. Esta magnífica trama está construida con los mismos materiales del pasado y arropa los distintos sitios arqueológicos sin alterarlos, creando una relación simbiótica y única que mantiene vivo el ancestral espíritu del lugar.
f) Los distintos componentes de la serie, que acogen las obras más representativas de la cultura talayótica de Menorca, muestran una clara continuidad paisajística desde la prehistoria hasta la actualidad. Además de los espacios naturales bien conservados, el resto del territorio del bien se sustenta en el peculiar agroecosistema menorquín, caracterizado por un paisaje vegetal en mosaico que presenta muchas similitudes con el que los antiguos pobladores ayudaron a forjar desde mediados del segundo milenio a.C. Constituye así un caso excepcional de sitios arqueológicos que pueden ser adecuadamente contextualizados y apreciados en relación con su entorno paisajístico.