Componente 6 (C6) Área sureste - Alaior (Calescoves, Torralba d’en Salort, So na Caçana, Rafal Rubi)
El componente se despliega desde la desembocadura de los barrancos que convergen en Calescoves (Biniedrís y Son Domingo), asciende por el barranco de Biniedrís y alcanza la planicie caliza poco accidentada del sureste del Migjorn, atravesando dos unidades de paisaje claramente diferenciadas. La zona más próxima a la costa se inserta en la unidad paisajística denominada como “barrancos y plataformas del Migjorn oriental”, mientras que el ámbito situado hacia el interior de la isla se incluye en la unidad conocida por “planicies del Migjorn de Alaior a Maó”. La totalidad del componente se encuentra dentro del término municipal de Alaior.
Desde la costa hasta la zona intermedia del ámbito, a la altura del poblado de So na Caçana, el paisaje vegetal está caracterizado por la presencia de masas relativamente densas de acebuche. Junto con los acantilados que se despliegan en la desembocadura de los barrancos, el ámbito presenta un paisaje de marcado carácter natural en los escarpes, poco antropizado, que da fe de su vocación prehistórica como territorio funerario. A partir de este punto, sobre la llanura calcárea, aparece una excelente muestra del excepcional agroecosistema menorquín, donde se combinan maquias de acebuche con tierras de cultivo y pastos confinadas en la retícula de pared seca. Constituye el ejemplo mejor conservado del paisaje rural del sureste del Migjorn que encierra, además, una gran cantidad de monumentos y vestigios de asentamientos prehistóricos.
En conjunto, constituye un espacio muy denso en términos arqueológicos. Han sido inventariados 57 sitios en este ámbito de 502 ha, teniendo en cuenta, además, que algunos yacimientos concentran múltiples y diversas construcciones asociadas en su entorno. En su seno se contabilizan cuatro poblados talayóticos y restos de otros cinco asentamientos de menor envergadura. El patrón de asentamiento nos habla de un poblamiento distribuido, característico de las planicies del Migjorn oriental, donde no existe un núcleo dominante. Presenta igualmente nueve talayots, entre los que destacan los de Torralba d’en Salort y Cotaina d’en Carreras que se configuran como los cuellos de botella de la red de intervisibilidad.
El poblado de Torralba d’en Salort es uno de los más conocidos de Menorca y concentra, además del recinto de taula mejor conservado y espectacular de la isla, dos talayots de planta circular, una sala hipóstila, una singular cabaña de planta circular del período Naviforme, así como un conjunto de cuevas artificiales de enterramiento algo alejadas del mismo. La orientación de la taula, cuyo uso se prolongó hasta bien entrado el siglo II a.C., es también singular, ya que se trata de uno de los dos casos en los que estos excepcionales monumentos de Menorca no se encuentran orientados al sur, constatándose en esta taula su orientación a la estrella Sirio, la más brillante del cielo, pero aun así en un contexto de relaciones coherente al del resto de las taulas. Es relevante el hecho de tratarse de uno de los pocos lugares en los que, en un reducido espacio, conviven tres tipos de construcciones ciclópeas representativas de cada período: Naviforme, Talayótico y Talayótico Final.
El yacimiento de So Na Caçana situado a unos 3 km al sur de Torralba d’en Salort, es un asentamiento de características excepcionales, al ser el único conocido con más de un recinto de taula. Si a este hecho le sumamos que el yacimiento cuenta con dos talayots de tipología poco ortodoxa, se concluye que reúne las condiciones para considerar el enclave como un santuario. Sin embargo, no deja de ser un poblado, porque en el mismo se localizan representaciones de casas circulares del período Talayótico Final. Como muchos poblados prehistóricos de la isla, su uso se prolongó más allá de la época romana, como se puede constatar en este caso por la existencia de un pequeño cementerio islámico.
Muy próximo a So Na Caçana, se localiza el asentamiento de Torrellisar, en el que se documentan dos talayots, así como un recinto de taula con un acceso consistente en un corredor cubierto, construido con muros de piedra seca histórica. Este asentamiento se localiza en un espacio de importante visualización y en conjunto aporta un interesante ejemplo de simbiosis entre la arquitectura ciclópea talayótica y la obra de pared seca que caracteriza el paisaje rural tradicional.
El ámbito del componente del bien aporta singulares obras asociadas a la cultura prehistórica del agua. Entre ellas destaca el pozo de Na Patarrà, ubicado a unos 150 metros del poblado de Torralba d’en Salort, una espectacular construcción de carácter único en el ámbito insular mediterráneo. Su ingenioso diseño aprovecha las diaclasas naturales abiertas en la roca, en las que se tallaron escalones en las paredes formando hasta nueve tramos de complejas escaleras helicoidales.
Los espacios funerarios en este componente ilustran nítidamente los rasgos singulares que caracterizaban la dualidad del mundo de los vivos y el de los muertos en esta cultura, así como sus singulares patrones territoriales. En el territorio de los muertos destacan dos acontecimientos excepcionales: el espectacular paisaje funerario de Calescoves y las navetas de enterramiento de Rafal Rubí.
En la desembocadura de los barrancos Biniedrís y Son Domingo se sitúa la cala denominada como Calescoves, un ámbito de extraordinario valor paisajístico que alberga una excepcional necrópolis de cuevas artificiales colgada de los acantilados calizos. Se trata de la necrópolis más extensa de la isla, en la que se han identificado más de 90 cuevas de enterramiento de muy diversas tipologías, que abarcan desde el período Naviforme hasta el Talayótico Final. El conjunto de Calescoves ha sido escenario de los rituales funerarios de la comunidades prehistóricas de Menorca durante casi 1.500 años, y sus excavaciones han aportado numerosos restos materiales, incluidos artefactos religiosos y ajuares funerarios, que arrojan múltiples evidencias del universo de creencias y rituales funerarios de estas comunidades prehistóricas a través de los distintos períodos. En términos arqueoastronómicos destaca la singularidad del santuario rupestre de Calescoves, conocido como la Cova dels Jurats, que presenta una orientación similar a la que se otorgaba a los recintos de taula. Pero Calescoves también es más que una necrópolis, en estos parajes encontramos un reducto costero fortificado, una de las pocas representaciones del bien de asentamientos en el litoral, y restos de cuando fue un importante fondeadero, además de un pequeño santuario de época romana.
El patrimonio arqueológico subacuático también es destacable en este componente. La delimitación del componente incluye el ámbito marino correspondiente al entorno del fondeadero de Calescoves. En este espacio marino se localizan importantes pecios que albergan notables evidencias materiales que ilustran los intercambios y relaciones con el exterior que mantenían los antiguos pobladores.
Los vestigios de navetas funerarias están bien representados en el componente. Destacan por su buen estado de conservación las navetas de enterramiento de Rafal Rubí, situadas en el extremo noreste del componente, que muestran claramente la preferencia de estas construcciones por ubicarse en zonas llanas cóncavas, visualmente acotadas y recogidas, tal y como ocurría con Es Tudons. Efectivamente, el estudio topográfico y geomorfológico del entorno de las dos navetas pone de manifiesto su localización en un llano de modestas dimensiones, ligeramente cóncavo, resultado de la disolución superficial de las calizas del Migjorn –lo que se conoce en geomorfología cárstica como poljé–, bordeado por un pequeño escarpe calizo, una configuración muy parecida a la del entorno de la naveta de Es Tudons. La construcción de estas tumbas exclusivas de Menorca se remonta al período Naviforme (1400 a.C.), representando Rafal Rubí un caso singular de ámbito funerario que incluye dos monumentales navetas de enterramiento en un paisaje natural y rural muy característico del Migjorn menorquín. A estas construcciones habría que añadir otras navetas presentes como las de Cotaina y Torrellisar, en este caso de planta circular. También en el contexto del componente resalta la presencia de la cueva de Biniedrís cuyos restos han aportado evidencias de originales rituales funerarios como el de “peinar la muerte”, que incluía el teñido de cabellos, y que también se ha constatado en otros importantes yacimientos como la Cova des Carritx, donde se identificó por primera vez.
Atributos: construcciones ciclópeas y paisajes asociados
- Torralba d’en Salort. El poblado ostenta el privilegio de albergar el recinto de taula mejor conservado de Menorca, que es aún más excepcional por dos razones. En términos arqueoastronómicos representa la excepción a la regla en el patrón de orientación de estos monumentos, y en términos cronológicos aporta la singularidad de haber sido usado hasta dos siglos después del ocaso de la cultura talayótica. Constituye, además, un caso singular de convivencia de construcciones ciclópeas representativas de todos los períodos, incluyendo obras excepcionales asociadas a la cultura del agua (Criterios (iii) y (iv)).
- Rafal Rubí. Representa uno de los pocos enclaves de la isla que alberga dos navetas de enterramiento, monumentos únicos y exclusivos de Menorca, ilustrando también la singular dualidad territorial entre espacios funerarios y asentamientos que caracteriza a las expresiones de esta cultura (Criterio (iv)).
- So Na Caçana. Es el único ejemplo de asentamiento conocido dotado de dos recintos de taula y, según las evidencias, se trata de un caso excepcional de poblado religioso (Criterio (iv)).
Calescoves. El conjunto de recintos funerarios de Calescoves representa la necrópolis más extensa de la isla. Las numerosas cuevas de enterramiento repartidas por la cala y hacia el interior de los barrancos que la forman incluyen una amplia diversidad tipológica que ilustra las diferentes etapas que abarcan todos los períodos de la prehistoria de la isla (Criterio (iv)). Los numerosos hallazgos materiales aportados, proporcionan una ventana excepcional al conocimiento de los rituales funerarios de las comunidades prehistóricas desde el Navifome hasta el Talayótico Final (Criterio (iii)).
- Paisaje asociado. Constituye el componente que mejor representa las originales relaciones entre el mundo de los vivos y el de los muertos que caracterizaba a estas sociedades prehistóricas, cuyos rasgos aún son tangibles en este componente (Criterio (iii)). En su mitad sur se desenvuelve el paisaje funerario, oculto en el interior de los barrancos y los cantiles de su desembocadura, prácticamente inalterado desde la prehistoria y, en la mitad norte, emerge un ámbito representativo del agroecosistema menorquín que ilustra el excepcional proceso de resiliencia del paisaje ciclópeo prehistórico (Criterio (iv)).
Atributos inmateriales.
Este componente representa bien el poder que ha emanado de las obras ciclópeas de los antepasados a la hora de inspirar los mitos y leyendas que han formado parte del acervo cultural inmaterial menorquín. Buena muestra de ello es la leyenda de los cinco gigantes que se reunían alrededor de la taula de Torralba d’en Salort, o el mito que consideraba al Pozo de na Patarrà como una de las entradas al infierno (Criterio (iii)).
Protección del componente y usos del suelo
El 75% de los vestigios arqueológicos catalogados en el componente están declarados como Bien de Interés Cultural (BIC), incluyendo la totalidad de los citados en la descripción. Los valores naturales y paisajísticos del tramo inferior del espacio hasta la costa han propiciado su protección en el marco del PTIMe como ANEI (Áreas Naturales de Especial Interés) y ANIT (Áreas Naturales de Interés Territorial). El resto del espacio, de alto valor agrícola tradicional y relevante interés paisajístico, está calificado como AIA (Área de Interés Agrario), exceptuado la orla que rodea a la necrópolis de Cotaina, también considerada como ANIT. La zona sur, correspondiente a gran parte del espacio funerario, está incluida en la Red Natura 2000. Además, la revisión del PTI (2020) fortalece la salvaguarda del componente con su zonificación como Área de Interés Paisajístico (AIP). Estas determinaciones territoriales garantizan la protección del ámbito y son absolutamente coherentes con la preservación del patrimonio prehistórico y paisajístico que alberga el componente (Ver Sec. 5.b).