"La visión de todo el paisaje de la isla como objeto de estudio arqueológico es fundamental"

ImatgeEl arqueólogo menorquín Antoni Ferrer es uno de los artífices de la reconversión que ha vivido la candidatura de Menorca Talayótica desde 2017. Director Insular de Cultura y Patrimonio entre 2015 y 2019, está especializado en la prehistoria y protohistoria de las Islas Baleares. Con una larga trayectoria en el campo de la investigación, actualmente codirige los proyectos de los yacimientos de Cornia Nou y Cala Morell en Menorca, y el de Sa Ferradura en Mallorca.

¿Cómo nació su interés por la arqueología? ¿Por qué eligió la cultura talayótica?
El pasado me ha interesado desde que era pequeño. La naturaleza también es algo que siempre me ha llamado poderosamente la atención. Creo que en la arqueología confluyen estos dos intereses, no sólo porque una parte del trabajo del arqueólogo se desarrolla en el campo, sino también porque uno de los aspectos que estudia la arqueología es la forma en que los seres humanos del pasado se relacionaban con su medio ambiente.
La cultura talayótica, y la prehistoria en general, me resultan especialmente intrigantes porque las personas de aquella época tenían una forma de entender el mundo radicalmente diferente a la nuestra. Con una persona culta de época romana o medieval podríamos charlar de muchos temas (educación, economía o incluso política) y veríamos que, a pesar de las diferencias, hay muchos conceptos compartidos. Con una persona de época talayótica sería mucho más complicado. Y no por una cuestión de primitivismo, porque la suya era una cultura rica y compleja.

Ha sido uno de los artífices de la reformulación de la candidatura después del primer intento para entrar en la Lista de Patrimonio Mundial en 2017.
¿Qué ha sido lo más complicado de esta tarea?
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Para mí, con mucha diferencia, lo más complicado han sido las cuestiones administrativas. Tenemos una administración con muchas medidas de control para evitar que se haga un mal uso de los recursos públicos, y esto provoca que contratar servicios (como por ejemplo la redacción de un plan de gestión para los bienes de la candidatura) sea un trabajo extremadamente largo y laborioso.

Y con este nuevo expediente, ¿cuál cree que es el principal valor de nuestra candidatura que puede decantar la balanza para ser patrimonio mundial?
Como dijo una vez Cipriano Marín, el actual coordinador del expediente de la candidatura, el patrimonio arqueológico de Menorca ya es patrimonio mundial; nuestro trabajo es conseguir que la UNESCO se de cuenta. Creo que para conseguirlo, la visión de todo el paisaje de la isla como objeto de estudio arqueológico es fundamental.

¿Qué peculiaridades presenta la cultura talayótica menorquina respecto a la de Mallorca?
Aunque son dos culturas hermanas, se aprecian diferencias por ejemplo en el ámbito arquitectónico. Los talayots de las dos islas son bastante diferentes. Se suele decir que la arquitectura es la plasmación de los esquemas sociales e ideológicos de una sociedad, de forma que estas diferencias entre las construcciones de las dos islas posiblemente tienen un trasfondo que ahora mismo sólo podemos intuir.

Como investigador, recientemente ha publicado con otros compañeros un estudio que apunta a una nueva interpretación de los recintos de taula. ¿Cuál es su hipótesis y como fue el proceso para llegar a ella?
A grandes rasgos, la hipótesis es que existe un paralelismo entre la estructura de los recintos de taula y la de las casas de la misma época. Dentro de esta visión, el lugar que ocupa la taula es análogo al que ocupa la puerta que da acceso a la habitación más importante de las casas. La taula, por tanto, podría representar una puerta. El estudio estadístico de las proporciones de puertas y taulas ha permitido determinar que existe una semejanza entre los dos elementos.

¿Qué otros estudios recientes sobre la cultura talayótica destacaría?
Creo que todos los proyectos que se están desarrollando actualmente están aportando o aportarán datos valiosos para entender mejor la prehistoria de la isla. Si tengo que destacar dos, tal vez uno sería el proyecto Modular, que ha proporcionado una visión nueva sobre la influencia púnica durante el Talayótico Final. Otro proyecto que me parece destacable es el que está encabezado por Marta Portillo: partiendo del análisis de excrementos de vacas, ovejas y cerdos actuales, está estableciendo patrones que nos ayudarán a obtener más información de los restos de excrementos prehistóricos que encontramos en los yacimientos arqueológicos. Así, se podrá saber por ejemplo si los excrementos de vaca se empleaban para hacer fuego o como material constructivo, como ocurre en algunas culturas actuales.

Actualmente, en Menorca codirige los proyectos de investigación de Cornia Nou y Cala Morell. ¿Qué resultados han obtenido en 2020? ¿Y qué tienen previsto para la campaña 2021?
2020 ha sido un año complicado también para la arqueología, pero hemos podido trabajar. En Cornia Nou hemos documentado los restos de una posible casa del Talayótico Inicial, lo que es interesante porque en Menorca aún no se sabe cómo eran las viviendas de aquella época. En el caso de Cala Morell, aunque también hemos hecho un poco de trabajo de campo, nos hemos centrado en los trabajos de laboratorio, lo que permitirá publicar nuevos resultados a lo largo de este año. Las campañas de 2021, en los dos yacimientos, seguirán la misma línea que las del año anterior.

¿Está involucrado en algún otro proyecto este año?
Sí. El Institut d’Estudis Baleàrics abrió el año pasado una convocatoria de becas para la investigación. Presenté un proyecto para estudiar la industria lítica (herramientas de piedra: molinos, morteros, percutores ...) de varios yacimientos arqueológicos de Menorca y conseguí una de las becas. Este es un trabajo que me ocupará parte del año.

alt textComo divulgador, ha tenido un papel destacado en la creación de la colección Sitjot. ¿Cree que todavía hay un cierto desconocimiento sobre la cultura talayótica menorquina entre la población local? ¿Qué se podría mejorar para fomentar el interés?
Sin duda, existe todavía un cierto desconocimiento. Pero debemos ser conscientes de una cosa: aunque es recomendable tener unos conocimientos básicos sobre todos los aspectos de la realidad que nos rodea, no podemos pretender que todo el mundo se interese en profundidad por todos los ámbitos del saber. Yo mismo reconozco que mis intereses intelectuales, aunque no se reducen a la arqueología, están muy focalizados. En este sentido, creo que el objetivo de la administración, a través del sistema educativo, debería ser conseguir que no haya ciudadanos sin ningún tipo de inquietud intelectual. Creo que una de las peores cosas que le puede pasar a una persona es sufrir una falta absoluta de curiosidad por conocer y aprender.
Por otra parte, la administración debe intentar que todos tengan a su alcance las herramientas y los materiales para satisfacer estos intereses. Esto implica, entre otras cosas, incentivar las publicaciones de divulgación y síntesis científica. Puedo aceptar que el desconocimiento de una persona sobre una materia esté motivada por la falta de interés personal por aquel tema concreto, pero creo que se debe evitar a toda costa que la ignorancia esté motivada por la falta de medios para instruirse.
Finalmente, hay que intentar que todo el mundo entienda la importancia y la complejidad de los ámbitos del conocimiento humano, más allá de su parcela de interés personal. En alguna ocasión, todos opinamos sin suficiente conocimiento de causa, esto es inevitable. Ahora bien, a lo largo del último año, por ejemplo, hemos tenido que escuchar de forma habitual como personas sin ninguna formación científica opinaban sobre cuestiones médicas e incluso descalificaban las opiniones de la comunidad científica. Debemos luchar contra este desprecio hacia el conocimiento, tanto si va dirigido hacia la epidemiología, la arqueología o cualquier otra disciplina seria.

 
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