La arqueóloga e historiadora menorquina Cristina Rita Larrucea es miembro de la Comisión Permanente de Menorca Talayótica y presidenta del Consejo Científico del Institut Menorquí d’Estudis desde el 2020, institución de la cual es fundadora. Licenciada en Filosofía y Letras, en la especialidad de Prehistoria e Historia Antigua, por la Universidad de Barcelona, ??también tiene un máster en Museología y Gestión de patrimonio cultural por la misma universidad. Aparte de su labor como investigadora, en los inicios de su carrera ejerció como auxiliar en el Museu de Menorca y luego como arqueóloga del Consell Insular de Menorca, siendo nombrada directora del Servicio de Patrimonio Histórico en 2000.
¿Cómo surgió su interés por la arqueología?
Comenzó desde muy jovencita. A mí me gustaba mucho la historia en general y en mi casa siempre estimularon la lectura. Mi madre, que era maestra, compraba la revista de Selecciones de Reader 's Digest, el Correo de la Unesco, nos regalaban libros de la colección Historias, también teníamos una enciclopedia, El mundo de los niños de Salvat (aún la conservo), con muchas cosas interesantes explicadas como si fueran cuentos. Como en aquel tiempo no veíamos casi la televisión y no teníamos tablets ni móviles, yo me dedicaba a leer. Cuando me topé con las culturas precolombinas y con el Egipto faraónico me fascinaron, y decidí que sería arqueóloga; también por el deseo de aventura, que me pareció que venía implícito en el descubrimiento de antiguas civilizaciones.
¿Y qué fue lo que le atrajo del estudio de la cultura talayótica?
Después ya aterricé y empecé a conocer y apreciar lo que tenía al lado, que también me parecía espectacular. Sobre todo, cuando cursé la especialidad de Prehistoria-Historia Antigua en Barcelona. En ese momento me formulo preguntas sobre la cotidianidad de los antiguos pobladores de Menorca y la singularidad de nuestra cultura autóctona.
Lo que me atrae más de su estudio son los momentos iniciales y los finales, es decir, el momento pretalayótico y la romanización, en definitiva, las épocas de cambio y evolución de las sociedades.
Usted forma parte de la Comisión Permanente de Menorca Talayótica, ¿cómo ha vivido el proceso de transformación del expediente de la candidatura?
Me ha parecido absolutamente estimulante y trascendental. Se ha hecho un trabajo ingente, primero para intentar descifrar qué era lo que UNESCO nos quería decir en su informe sobre el primer expediente. Esto conllevó hacer un trabajo previo de consulta a expertos internacionales para enfocar la candidatura, con una mirada diferente que no fuera únicamente la valoración de una serie de monumentos espectaculares, que eran ejemplos de la autenticidad y la integridad de unos valores únicos y universales, sino hacer un análisis cuidadoso de la cultura talayótica en múltiples aspectos, uno de ellos, su relación con el paisaje en la que está inserida. En poco tiempo, se tuvieron que realizar nuevos estudios que han sido de un interés excepcional y que nos permiten conocer mejor la cultura y saber explicarla mejor. En este proceso han participado todos los arqueólogos de Menorca y también algunos de fuera. Ha sido un trabajo real en equipo y con un horizonte común.
Mi experiencia personal en esta transformación del expediente es que ahora sabemos mucho más sobre la cultura talayótica, valoramos mucho más su evolución y transformación desde esta isla tan pequeña (la Odisea de una cultura, tal y como se titula la candidatura). Finalmente y de forma egoísta, nos ha permitido tratar de primera mano con especialistas mundiales que nos han venido a ayudar, porque también creen en el valor universal de la cultura talayótica, y que de otro modo sólo conoceríamos por la bibliografía.
Como experta, ha participado en la visita de la misión evaluadora de ICOMOS. ¿Qué sensaciones se ha llevado? ¿Es optimista?
Sí que soy optimista. Creo que el trabajo que han hecho, sobre todo el nuevo redactor del expediente, Cipriano Marín, y el equipo del Servicio de Patrimonio del Consell Insular, liderados por el consejero Miguel Ángel María y el que fue director insular Antoni Ferrer y ahora también con el técnico Joaquín Pons, ha tenido el colofón que se merecía. También se ha hecho un trabajo de lobby a nivel nacional e internacional para posicionar la candidatura, en el que han intervenido el Ministerio de Cultura y el embajador de España ante la UNESCO, que antes no se había hecho y que es necesaria en estos niveles.
Todas las veces en que se pidió mi participación, ahora ya jubilada, en las reuniones y excursiones que se han hecho, he podido apreciar la profesionalidad de un equipo bien cohesionado que ha sabido transmitir, más allá del expediente en sí, la excepcionalidad de la cultura talayótica y el paisaje en el que está inserta. Mi impresión es que el evaluador ha apreciado el trabajo hecho, el estado impecable de los monumentos, el interés del paisaje y su relación con la vida de los pobladores talayóticos y la buena conservación tanto del paisaje como de los monumentos. El evaluador de ICOMOS ha podido formular todas las preguntas que le habían surgido a partir de la lectura del expediente, por lo que pienso que su informe será favorable.
Como presidenta del Consejo Científico del IME, también acompañó al presidente de ICOMOS España durante su visita hace unos meses. ¿Cuál es el compromiso de la institución insular con la candidatura?
Sí, parecía interesante que el nuevo presidente de ICOMOS España también conociera de primera mano la candidatura, dado que los anteriores presidentes también visitaron la isla en varias ocasiones. Por esta razón, el IME lo invitó a dar una conferencia y se pudieron realizar diversas excursiones y reuniones con los técnicos del Servicio de Patrimonio del Consell. También se reunió con el Consejo Asesor de la Associació Fra Roger, Gastronomia i Cultura y visitó el paisaje de piedra en seco de Punta Nati.
El compromiso del Institut Menorquí d’Estudis ha sido total desde el primer momento. La sugerencia al Consell Insular de Menorca en 2010 para presentar esta candidatura justamente partió de la Sección de Historia y Arqueología del IME, tenemos un representante en la Comisión Asesora de la candidatura y, tanto él como yo, formamos parte del Consejo Científico o Comisión Permanente de Menorca Talayótica. Además, prácticamente todos los arqueólogos que han intervenido son miembros del IME, aunque su participación sea como investigadores y expertos.
Con su experiencia como arqueóloga y en el ámbito de gestión del patrimonio histórico, ¿qué retos tiene Menorca Talayótica, más allá de la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial?
Creo que tenemos que ir paso a paso porque todavía queda mucho trabajo por hacer. Lo primero es defender la candidatura ante el Panel de ICOMOS, después deberemos responder a las pegas y preguntas que seguramente nos harán por escrito y, finalmente, habrá el debate en verano de 2022 en el Comité del Patrimonio Mundial. No nos lo pondrán fácil porque dentro de la UNESCO existe la creencia de que España ya tiene muchos bienes inscritos, el último, el Paseo del Prado y el Buen Retiro este mismo año. También hay que convencerlos de que aunque somos una isla pequeña, tenemos capacidad de gestión y de conservación del bien y del valor universal que representa.
Pero pienso que, tanto si nos conceden la inscripción como no, el trabajo que se ha hecho sirve para valorar más y mejor nuestra riqueza arqueológica. Tenemos por delante uno de los retos más importantes de gestión del bien: hacer partícipe a nuestra sociedad de su importancia y de la necesidad de conservarlo para las futuras generaciones; y también el reto de dar a conocer, no sólo turísticamente, sino científicamente, los valores que nos transmite. La Menorca Talayótica no debe ser una carga para los titulares de los monumentos, tanto si son públicos como privados, sino una oportunidad y un orgullo.