Francesc Isbert Vaquer es licenciado en Bellas Artes, especializado en Restauración por la Universidad de Barcelona (1988). Nacido en Montuïri (Mallorca), desarrolla su actividad profesional en el ámbito de la salvaguarda y estudio del patrimonio artístico menorquín, pintura, escultura y bienes muebles en general, con especial dedicación a la restauración arqueológica. Ha participado y dirigido varios proyectos en Torre d'en Galmés, Trepucó, Binisafullet, Biniai Nou, Son Catlar, Talatí, Montefí, Torralba d'en Salort, Morella, naveta des Tudons y Torrellissar.
Miembro del Institut Menorquí d'Estudis y de la Asociación de Amics del Museu de Menorca, también ha formado parte de la comisión que impulsó la candidatura de Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial de la UNESCO. En 2019 recibió la Orden del Mérito Civil por su compromiso personal y contribución social.
¿Qué le empujó a dedicarse a la restauración y conservación del patrimonio?
Puede decirse que fue un imprevisto. Yo cursaba la carrera de Bellas Artes en Barcelona con la idea de realizar escultura, pero una desavenencia con un profesor de esta materia me hizo cambiar los planes iniciales. Después de establecer contacto con todas las especialidades de la facultad, me decanté por la de restauración.
¿Y qué es lo que le atrajo del estudio de la cultura talayótica menorquina?
Todo fue coincidencia. Terminé la carrera de Bellas Artes en 1988, pero en verano del año anterior había trabajado de prácticas en Mallorca restaurando material arqueológico procedente de una excavación en Sa Mesquida (Calvià), bajo la dirección de Margarita Orfila. Y resultó que en verano se celebró en Maó un congreso de arqueología paleocristiana donde también participó Margarita Orfila y la dirección del Museu de Menorca le preguntó si conocía a algún restaurador para cubrir un contrato de tres meses que había convocado la Conselleria de Cultura del Govern Balear. Ella dijo que conocía a uno que había terminado la carrera; el 1 de octubre empecé y hasta el día de hoy. El hecho de haber trabajado casi veinte años en el museo con la mayor parte del material talayótico que hoy se expone, además de participar en excavaciones y proyectos, quieras o no creó un vínculo con todo lo vinculado con la cultura talayótica menorquina y que sigue hasta hoy.
En su amplia trayectoria como restaurador destacan las actuaciones “in situ” en yacimientos y monumentos arqueológicos de toda Menorca. ¿Cuáles son los que más le han marcado o que hayan supuesto un punto de inflexión en su carrera?
Cada intervención es un reto, porque aunque en general todo son "piedras", cada yacimiento y monumento es único, cada uno con su problemática. Pero si tengo que decantarme por alguno, la restauración y levantamiento de la taula de Binissafullet, y el levantamiento y restauración del círculo Cartailhac del yacimiento de torre de Galmés.
La taula porque fue la primera intervención en un monumento de estas características que hice en Menorca y que implicó levantar la única taula hasta ahora fuera de las levantadas en la época talayótica. El círculo Cartailhac porque se trata de un hábitat talayótico muy espectacular que antes de la excavación era sólo un gran cúmulo de piedras y, al final, el resultado fue el círculo más espectacular y mejor conservado de Menorca.
Actualmente, ¿en qué proyectos está involucrado?
Cada verano participo como codirector en la excavación de Amics del Museu de Menorca de la casa norte de Torre d'en Galmés, coordinando la conservación y restauración de las estructuras y el material arqueológico que pueda salir, así como los estudiantes de restauración que también participan. La última intervención que he dirigido ha sido la adecuación de la naveta de Torrellissar Vell, que estaba en peligro de derrumbarse.
Ha participado intensamente en las diferentes etapas de preparación de la candidatura de Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial. ¿Cómo ha vivido todo este proceso?
Yo creo que todo el mundo que ha participado ha aportado lo que ha podido dentro de su alcance, viviéndolo con intensidad y como un reto, sobre todo cuando echaron atrás la candidatura; aunque fue un varapalo, las administraciones de la isla continuaron y se rehicieron para conseguir finalmente el premio de la Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial.
Con su experiencia como restaurador y en el ámbito de la conservación, ¿qué retos veis para Menorca Talayótica ahora que ya es Patrimonio Mundial?
El abanico de retos puede ser muy amplio y, en el caso de Menorca, todavía se incrementa por la gran cantidad de yacimientos y monumentos existentes. Por enumerar algunos, destacaría ampliar la adecuación para ser visitados de algunos de los que están fuera de las rutas turísticas y son menos conocidos, conservación y mantenimiento, previsión de nuevas excavaciones y mantenimiento de las programadas...